Fotos por Karla Robles @karlatrobles y Daniel Zaíd @perdidoenbici
Texto por Daniel Zaíd
Lxs Comca’ac son un grupo indígena que habita en el oeste del estado de Sonora, México, en la costa del Golfo de California. Más comúnmente conocidos como “Seris”, este nombre les fue dado por los indígenas Yaquis y significa “gente de la arena”, pero ellxs se llaman a sí mismxs Comca’ac que significa “la gente” en su propia lengua.
Hoy en día se encuentran asentados en dos pueblos, Punta Chueca (Socáaix) y El Desemboque, y sus orígenes siguen siendo investigados en la actualidad, pero antes de ser empujados a asentarse permanentemente en esta región por el ejército mexicano y rancheros avariciosos, tenían un estilo de vida trashumante con asentamientos temporales esparcidos en un territorio muy grande que usaban dependiendo de la temporada. Lxs Comca’ac son una comunidad muy aislada y “uno no entra simplemente caminando a Socáaix”; con su gobierno autónomo y Guardia propia, mantienen un control muy estricto de quién entra en su territorio y las visitas no previstas suelen no ser bienvenidas.
Pero una vez al año, el pueblo abre sus puertas al público para un festival de música y arte llamado Xepe An Cöicoos, “Canciones al Mar” en español. Después de un largo y frío invierno durante el cual Karla y yo pedaleamos muy poco, el festival nos pareció una excusa perfecta para unos días de sol, andar en bici, y dormir al aire libre en compañía de amigxs.
Punta Chueca se ubica a 135 km al oeste de la ciudad de Hermosillo, donde vivimos, una distancia que decidimos hacer en dos días. Un grupo de cuatro partió a las 4 am lo cual nos permitió ganar algunos kilómetros antes de que el sol saliera y el viento levantara, y en el camino alcanzamos a otro amigo que había salido una hora antes porque iba jalando un remolque con su perro y su boa de nueve años. Después de 100 km llegamos a la playa de Bahía de Kino justo antes de que el calor se pusiera incómodo, donde pasamos el resto del día bajo una palapa poniéndonos al corriente con nuestros amigos y disfrutando del grupo norteño que una palapa vecina contrató.
La mañana siguiente fue la única de estos cuatro días en la que no empezamos a pedalear antes del amanecer. Con sólo un par de horas separándonos de nuestro destino, decidimos tomar el camino largo para salir de Kino y poder incluir algo de terracería en nuestra ruta, tras lo cual nos subimos a la carretera que va a Punta Chueca. Esta es, en mi opinión, la mejor ruta de pavimento en el municipio de Hermosillo: 32 km con unos 300 metros de escalada, dos subidas largas con descensos igual de largos, vistas del mar y de la Isla Tiburón, la más grande de México, y casi nada de carros. Poco más de una hora después un letrero nos anunciaba que estábamos entrando a territorio Comca’ac y después vimos Punta Chueca en el horizonte.
Tras llenar nuestros estómagos con la comida vendida por las mujeres locales, Karla y yo tomamos una panga para ir a Isla Tiburón, un lugar que hemos visto muchas veces desde lejos pero al cual nunca habíamos ido. Un viaje de 15 minutos a través del Canal del Infiernillo nos llevó a la isla sagrada, donde nacieron algunos de los Comca’ac más viejos y donde no hace mucho tiempo los últimos sobrevivientes de la tribu se retiraron para escapar de la campaña de exterminio ejecutada contra ellxs por parte del gobierno mexicano.
Volvimos a Punta Chueca justo a tiempo para presenciar la Danza del Venado, una danza compartida por otras dos comunidades indígenas en Sonora pero esta fue mi primera vez viendo la versión Comca’ac, luego cayó la noche y fue tiempo de que lxs músicos locales tomaran el escenario.
Primero, la rapera y activista Janeidy Molina nos hizo mover la cabeza y aplaudir al ritmo de sus beats con canciones en español y en el idioma Comca’ac, llamado Cmique iitom, con las cuales promueve la defensa del territorio Comca’ac.
Después de Janeidy, cuatro hombres vestidos de negro y con cabello hasta la cadera brincaron sobre el escenario y supimos que era hora de uno de los eventos más esperados del fin de semana: la banda local Hamac Caziim, “fuego divino” en español, quienes han estado combinando rock con canciones tradicionales Comca’ac desde 1995. Por mucho que disfruto esta banda y el show que dan, mi parte favorita es siempre su audiencia: lxs niñxs se adueñan del frente del escenario y ellxs son quienes brincan sin parar, gritan cuando la banda anuncia el siguiente tema, y cantan todas las canciones. Tras un concierto dado completamente en Cmique iitom el cantante habló en español y dijo que la banda fue creada con la idea de mantener vivas su lengua y sus canciones tradicionales, y ver a lxs niñxs es prueba de que lo están logrando.
El domingo en la mañana era el día de la rodada grupal oficial Kino-Punta Chueca, que es parte del programa del festival cada año. He hecho esta rodada dos veces, y el hecho de que acabara de hacer la ruta ayer no me iba a detener de hacerla de nuevo, ni tampoco que, para empezar, yo ya estaba en Punta Chueca.
Dos amigos y yo dejamos nuestro cómodo campamento y pedaleamos en la oscuridad tan rápido como nos era posible para poder llegar a tiempo al inicio de la rodada; conforme iba saliendo el sol, vimos una nube de niebla en el horizonte que parecía un animal gigante volviendo al mar después de una noche en tierra firme. Al atravesar la niebla mis lentes se empañaron y apenas podía ver a dónde iba, pero estaba demasiado emocionado como para detenerme; además, tenía a un colombiano en el maillot jaune jalándome en las subidas y no podía dejar que se escapara. Logramos llegar a Kino justo a tiempo para recuperar nuestro aliento y comernos un plátano, y luego fue hora de irse de nuevo.
Esta rodada la he hecho en dos ediciones pasadas y ambas veces me he ponchado, aún trayendo unas elegantes Schwalbe Marathon. En las últimas 24 horas la había hecho dos veces más y había salido ileso, pero sentí que este era el momento de la verdad. El grupo partió y habíamos dicho que el regreso lo haríamos tranquilo, pero ver gente frente a nosotros nos emocionó y ahí fuimos de nuevo, modo rutero activado. Llegamos de vuelta a Punta Chueca, tronados pero sin ponchaduras, donde nos enteramos que Karla y dos amigxs habían apenas logrado sobrevivir al ataque de un cuervo que resultó ser mascota de alguien y que como no le habían dado desayuno, decidió ir de cacería, llevándose unas galletas, tostadas, una bolsa de marihuana que esparció mientras volaba, e incluso algo de sangre del dedo de una amiga que se atrevió a hacerle frente.
Mientras tomábamos café apareció una figura local: era Don Chapo Barnett, que es uno de los Comca’ac más ancianos y también el chamán de la tribu. Su aparición nos hizo guardar silencio durante un momento pero después de servirle una taza de café nos dimos cuenta de lo relajado y jovial que era así que empezamos a platicar. “Hay un árbol muy viejo en Bahía de Kino, ¿lo han visto? ¡Pues yo soy más viejo que ese árbol!”, nos dijo y se soltó riendo. “Yo nací en 1933. Soy el último Seri de mi generación”.
Don Chapo nos explicó que la gente va a él para ser curada, y tomó el brazo de Karla para mostrarnos lo que hace, luego nos enseñó los brazaletes que la gente le ha regalado y que trae consigo todo el tiempo. Más tarde ese día, una mujer local nos contó que una vez a Don Chapo se lo llevaron a otro país donde la gente había sido atacada por tiburones, y que cuando él se metió al mar le vieron nadar más y más lejos entre los tiburones y luego volvió ileso; “Es el poder del chamán”, nos dijo.
Alrededor de las 5 pm salimos de Punta Chueca y nos dirigimos hacia Bahía de Kino para pasar una última noche antes de la larga rodada de vuelta a casa. No mucho después de salir del pueblo vi un camino de terracería que se desviaba y luego se reunía con el pavimento, así que me lancé.
Tras darme cuenta de que estaba muy arenoso para rodarlo me regresé al pavimento, sólo para descubrir unos metros después que me había ponchado; este camino no podía dejarme ir limpio, pero después de rodarlo cuatro veces en las últimas 48 horas supongo que no me puedo quejar. A la siguiente vendré con tubeless.
Literal me hicieron sentir presente en esa aventura. Las fotos geniales.. P.S Quiero que el Chapito me cure
Excelente resumen y fotografías, como siempre, es una delicia leerles. Hace ya unos ayeres,cuando residía en la Cd. de Hermosillo (en mi época de estudihambre) , un amigo y compañero de estudio originario de Magdalena de Kino, me invito a las fiestas de Santo Kino, el cual se me hiso muy interesante por la diversidad de etnias que se congregan en dicha celebración, desde los Pápagos, Seris, Yaquis, Mayos, residentes locales y extranjeros, todos conviviendo y compartiendo sus costumbre, una experiencia muy gratificante para mi.
Mi hermosa Madre nos enseño a convivir con la comunidad indígena (Mayos) ya que en el rancho de mis abuelos el 90% de la comunidad eran indígenas Mayos. Ella hablaba su dialecto muy bien y casi siempre nos enseñaba algunas palabras en ese dialecto y claro, cuando acudíamos los fines de semana a visitar a los abuelos, el convivio con los niños de ahí era lo máximo. Muy bonitos recuerdos.
Saludos y muchas felicidades por este espacio que va agregando mas contenido dia a dia.
¡Excelente resumen y fotos! No me había dado el tiempo de leer el articulo y poco a poco iré dando lectura a los demás. Me dio gusto verlos y saludarlos en el fest-vital, ayudarlos y presentarlos con Ursula, para que ahí se quedarán con mas seguridad y confianza, como en estar en casa. Las historias del tata «Chapito» son mágicas y siempre te nutren el alma y el corazón y más con su espíritu de niño como él dice. ¡Felicidades chicos! que sigan prosperando en todo, con más contenido y aventuras. Saludos.
jajaja el cuervo me hiso reir, robando todo xD
Creo que esta es mi historia fav del momento
Les amo mucho, gracias por compartir sus historias.
Las ponchaduras…pienso que el Chapito pudo haberte curado ese mal jejeje una bendición y listo pa rodar.
Tengo como 5 años con mis schwalbe y nunca me eh ponchao, gracias por la recomendación btw :***